Durante la jornada de este día, martes 7 de noviembre de 2023, nos hemos dado cita para iniciar en las instalaciones del centro pastoral nuestra Señora de la Consolata en Leguízamo, el primer día de asamblea vicarial de pastoral.
Con la mesa de la Eucaristía y de la enjundiosa comida, ayer lunes en la Catedral abrimos nuestro encuentro. Algunos cansados por el viaje, otros expectantes por los temas, varios ocupadísimos como Martha fruto de las responsabilidades y algunos deseosos de conocer el lugar que se les había preparado para dormir durante estos días. En fin, cada uno con su afán.
En la mañana de esta primera jornada, se nos propuso sugerentemente orar en torno a la imagen de nuestros corazones, fue providencial porque considero yo, es una bonita manera de recoger la experiencia que durante todo el día hemos venido realizando y compartiendo. Partimos preguntándonos en dónde se encuentra y sobre qué cimientos palpita aquel músculo que llamamos corazón, que tanto bien nos hace, pero que con frecuencia olvidamos perdiéndolo en los muchos distractores que las exigencias del apostolado y la misión traen consigo.
Mateo nos cuenta con brevedad algo sobre esto: «Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿por qué piensan mal en sus corazones?
Esto muestra que nuestra mente es parte de nuestro corazón, aunque el acto de pensar lo ubiquemos sin vacilar en la cabeza. Sentipensar no es cuento, tiene mucho de forma y también de fondo.
Hablar del corazón, es hablar de Dios, es hablar de su casa, es hablar de su pueblo, es hablar de su gente, es hablar de su historia. Si nos fijamos bien, fue el corazón amoroso de Dios Padre el que nos creó según narra el Génesis.
Fue el corazón entristecido de la serpiente el que nos quitó la inocencia que habíamos heredado como don gratuito de Dios. Fue el corazón disponible de Abraham allá en Ur de Caldea el que nos permitió hacer realidad la alianza trazada desde antiguo. Fue el corazón valiente de Moisés el que nos rescató de la oscura esclavitud por medio del camino caliente y difícil del desierto.
Fue el corazón corajudo y sin temblor de los Profetas el que anunció la llegada del Mesías y denunció las injusticias más infames que se perpetuaban, especialmente con los callados y sin voz.
Fue el corazón lujurioso y al mismo tiempo artístico de David el que nos permitió saber la estirpe de la cual vendría el Salvador. Fueron los corazones silenciosos y discretos de María y José los que protagonizaron la histórica familia de Nazaret.
Fueron los corazones diversos de los discípulos los que supieron seguirle de cerca, aun en medio de la incertidumbre y la traición de algunos. Fue el corazón amigo, compañero y hermano de Jesús el que finalmente colgó del madero, alcanzándonos la verdadera estatura de la Cruz que nos anima y sostiene hasta hoy, sea por el rio, o a caballo, o en moto, en frente del computador o del pastizal, por medio de los actos litúrgicos armonizados por incienso o en medio de malocas movilizadas con mambe y con ambíl.
Ha sido también nuestro corazón el que se ha apasionado por este territorio, por estas culturas, por estas personas, por estos rostros y nos ha traído hoy hasta aquí.
Hemos compartido sobre territorio, cultura, costumbres, espiritualidad y diversas maneras de hacerse consciente del paso de Dios a través de nuestras vidas, y personales historias de salvación. Hemos escuchado relatos sacados de la tradición bíblica, especialmente a través de la experiencia del pueblo de Israel, tan importantes como los narrados por el sabio abuelo que nos compartió su cosmovisión creadora del Dios que lo habita y lo moviliza a caminar de la mano junto con otros y otras.
Se ha podido trabajar en conjunto, como debe ser, aquí nadie trabaja solo, aunque alguno para justificarse o llamar la atención, ayer dijo que sí.
Concluimos la síntesis de hoy con las siguientes palabras, de repente nos sean familiares respecto de la imagen que hoy nos ha acompañado, la del corazón y la del enamoramiento.
A veces no queremos lo que somos
Otras veces no queremos estar donde estamos
Otras no sabemos qué queremos.
Sin embargo, somos lo que nos empuja a ser lo que somos.
El famoso quiere ser anónimo y el anónimo quiere ser famoso.
El solo quiere compañía y el acompañado quiere estar solo.
El hambriento quiere llenar sus vísceras y el que está lleno desea vomitar
El que nada tiene algo desea para no sentir tanto infortunio y el que todo tiene está harto de todo.
El anciano quiere algo de juventud y el que está joven no se entiende con tanta vitalidad.
Soñamos despiertos con deseos de escapar y cuando dormimos soñamos un poquito de realidad.
Amamos a quien no debemos amar y poco amamos a quien tenemos que amar.
Muchas gracias y que siga la asamblea…